La semana pasada circulaba por el bulevad Lazaro Cardenas, al llegar al semaforó de los bomberos noté que en el carril para dar vuelta a la izquierda los vehículos formaban una larga fila, chismoso como soy de nacimiento hice una rápida investigación de campo. El motivo era un vehiculo descompuesto al cual su piloto intentaba con mucho esfuerzo empujar para moverlo a un lugar seguro y que no estorbara. Como la luz del semáforo estaba en rojo me detuve en ese crucero, asi que tuve mas tiempo para realizar mi investigación de campo.
Enseguida noté como algunos conductores atascados por el vehiculo descompuesto hacían sonar el claxon de su carro para presionar al pobre piloto en desgracia, a la par que se cambiaban de carril para poder circular y esquivar el problema.
También vi como algunos otros simplemente le sacaba la vuelta, entre ellos yo, que me vi forzado a cambiarme de carril por los vehículos que en su desesperada huida invadían el carril por el que circulaba yo.
A mi derecha y en el carril mas lejano el conductor aprovechó la luz roja para descender de su carro y acudir al auxilio del desesperado piloto que ya no sabia que pesaba mas, si su propio carro o el sol que ese dia estaba como a dos cuadras de distancia.
En ese momento sentí una profunda vergüenza de mi mismo. En esa situación de necesidad yo no era mas que un estorbo. Alguien pasivo que solo se dedicaba a observar, y que en su propia omisión se convertía en complice de los desdichados que presionaban con su claxon en vez de auxiliar.
Todo esto me lleva a pensar en la cantidad de situaciones de necesidad a las cuales les damos comodamente la espalda o en determinado momento hasta las atacamos despiadadamente en vez de hacer lo mas sencillo, Ayudar.
