El es feliz, sonríe.
Como todos los domingos desde hace un año se encuentra con
ella para tomar el café en la mañana.
Tal como ella lo prometió, tal como el siempre quiso.
Se encuentran como lo que son, dos enamorados que viven el
sueño de estar juntos.
El pide por ella, ya conoce su gusto y sus caprichos. Ella
sonríe, siempre sonríe y lo sigue con la mirada como si con ella quisiera
retenerlo para que no se aleje demasiado.
Ni siquiera hace falta preguntarles, se les ve en la mirada,
se aman.
Ella platica trivialidades que el escucha con suma atención.
Uñas, tintes, bolsas, ropa, comida, que mas da. Todo es importante cuando lo
platica ella.
El le platica sus historias que algunas veces ella no
entiende pero que está feliz de saber.
La platica se interrumpe súbitamente con un Te Amo o con unos besos o las dos
cosas.
A veces hay lugar para silencios que se llenan con abrazos.
Dicen que a las palabras se las lleva el viento, pero los abrazos son eternos.
El tiempo pasa rápidamente en la imaginación y lentamente en
la realidad.
El sabe que ella no va a llegar, por mas que el lo desee,
por mas que el lo imagine por mas que ella lo haya prometido.
A pesar de ello aquí estará el siguiente domingo para
imaginar, para vivir, aunque cada domingo muera un poco.