viernes, 19 de febrero de 2016

Ni te METAS



"Cuando no puedas alcanzar el objetivo ajusta los planes de acción pero no la meta"

Hoy leí esta frase que se la atrbuyeron a Confucio, ignoro si es de su autoría o no, pero vamos a suponer que si. Lástima que Don Confucio se murió sin  puntualizar el rango y el numero de los ajustes permitidos antes de determinar una meta como simplemente imposible.

¿Debo intentar una y otra vez, ajustes de por medio claro, alcanzar algo que probablemente es de si inalcanzable?


¿Donde radica la diferencia entre ser un luchador incansable o ser un necio empedernido?

Si, ya se en que están pensando. El origen de todo el asunto es el momento de establecer la meta. Pero les pregunto ¿Cual meta consideramos imposible al momento en que nos proponemos conquistarla? La respuesta es muy simple, ninguna. De lo contrario sencillamente no nos la pondríamos, eso sí sería un absurdo.

Estaba pensando en una buena manera de ejemplificar mi punto y mágicamente a mi memoria llegó el anécdota de un personaje famoso, no me pregunten quién, eso ya es mucho pedir, el caso es que el sujeto en cuestión relataba el encuentro que tuvo con un amigo en una reunión de la agencia de gobierno para la cual trabajaban allá por los años sesentas, en epocas de la guerra fría.

El personaje narraba cómo su interlocutor le platicaba sus planes de vida, amasados desde hace tiempo. Según él tenía la firme intención de trabajar en la agencia de gobierno a la par que estudiaba en el FBI para de ahí brincar al servicio secreto y finalmente cumplir su sueño de ser espía en la Unión Soviética. Para ello llevaba años estudiando ruso el cual manejaba a la perfección ya que esto era básico para poder pasar inadvertido en la Rusia comunista. Todo parecía indicar que con tanta dedicación y preparación cumplir la meta era solo cuestión de tiempo, salvo por un pequeño detalle, el sujeto en cuestión era negro.
Ignoro cuantas veces habrá ajustado sus planes pero sinceramente dudo mucho que haya podido alcanzar la meta.

Nadie está obligado a lo imposible dice la máxima legal, la clave está en poder determinar cuando algo es simplemente eso, un imposible.

viernes, 12 de febrero de 2016

El Cáncer de la Infidelidad.





Hoy revisaba en modo random mi blog, y encontré una entrega que hice hace unos años para una persona muy querida que fue triste y despreciablemente traicionada, el post se llamaba La Vida desde el Dolor II (Pueden verlo AQUÍ) El hecho de leerlo me llevó a la siguiente reflexión y análisis.

Nunca he sido engañado, nunca he sido cuerneado, es decir, nunca me ha sido infiel una pareja sentimental, digo oficialmente, que yo me de cuenta pues. Porque si no te das cuenta es como si no ocurriera. 
No, apreciado lector infiel, NO te estoy disculpando, ni pienses que ya la hiciste, que ya chingaste paleta, nada mas lejos de esa realidad que sería tan conveniente para ti, no sientas prematuro alivio.

Ser traicionado y no darse cuenta es como tener cáncer y no saberlo, oficialmente nunca tienes cáncer, hasta que te lo detectan. Imagina a alguien que tiene cáncer pero no lo sabe, un día sale temprano de su casa a correr por el vecindario y lo atropella un camión, el no muere de cáncer oficialmente muere por atropellamiento.

Pero hay una enorme diferencia entre el cáncer y la infidelidad: El cáncer nunca nos dijo que nos amaba.

El cáncer nunca nos escribió cosas lindas, ni nos envió flores, tampoco nos presentó a su familia y a sus amigos. El cáncer nunca nos vio con ojos de infinito amor, el cáncer no tiene idea de que somos humanos y tenemos sentimientos, que una sola de sus acciones puede rebosar de felicidad nuestras vidas o por el contrario hacerla abosolutamente miserable. El cáncer nunca recibió toda nuestra confianza ni nuestra fé ciega. 

El cáncer nunca nos ha jurado amor.

miércoles, 10 de febrero de 2016

+10



Si quieres un buen consejo pide la opinión de alguién que sea 10 años mayor que tu.

Eso es algo de lo que he aprendido con los años. 10 años son suficientes para haber sobrevivido a todo eso que ahora te acongoja y evidentemente haberlos superado con éxito, y no son tantos de manera que aún puede recordar bien lo vivido.

Así que si tienes 36 me puedes hablar, y si tienes 56 no seas cabrón y contéstame.