jueves, 24 de febrero de 2022

RIP

 

En algún lugar leí, o vi o escuché que los funerales no son hechos para los difuntos, sino para los familiares y amigos del infortunado o afortunado, depende las circunstancias.

Coincido totalmente con esa idea. El difunto ya se fue, nada de lo que suceda ahí será para el, servirá para honrarlo en todo caso, pero en ausencia. Por eso en definitiva, todo lo bonito que quieran hacerle o decirle a alguien, háganlo cuando el aún tenga plena conciencia. No digo que después será demasiado tarde, también sirve de algo decirle al difunto cuanto lo amas, y como en mi caso , cuando fallecieron mis padres, me acerqué y les di las gracias por todo lo que hicieron por mi. Fue muy bonito, me hubiera encantado poder decírselos en persona, pero ya saben, uno se apendeja. 

Bueno, el caso es que a veces pienso en mi funeral, y la neta me da harto sentimiento, no por el hecho de que me vaya a morir, sino porque creo que mi funeral va a ser una gran fiesta, a la que desgraciadamente no voy a ir. La vida me ha dado una hermosa familia, que seguramente en mi funeral no van a dejar de reír, hacer chistes y llorar a ratos. Pero mayormente se van a divertir. No los juzguen, así son, así somos.

También tengo maravillosos amigos, que comparten ese gusto por pasarla bien, y no creo que desaprovechen esa oportunidad que el destino les regalará. Mal harían si no se divierten recordando todas las cosas que hemos pasado juntos. Como decíamos en la primaria, chingo mi madre pa si no cuentan el anécdota de mi costilla rota. Quizá y solo quizá, mi sobrina se atreva a revelar el bochornoso mega oso secreto que me aventé en diciembre de 2020. Seguramente alguien mostrará una foto mía, dormido en alguna borrachera. Todos mis buenos amigos tienen una. 

En fin, pásenla bien. es todo lo que pido. 

P.D. No, no me siento mal. Sólo recordé el tema. 


lunes, 21 de febrero de 2022

Si esto es Sanescrín

 


Hace poco leí el libro SI ESTO ES UN HOMBRE, de Primo Levi, el cual es parte de una trilogía que nos narra el terrible padecimiento de aquellos que tuvieron la desgracia de ser huéspedes malditos de los campos de concentración nazis en la segunda guerra mundial.

Desde el inicio el escritor narra con claridad las terribles humillaciones a las que fueron sometidos, como fueron despojados de toda posesión incluyendo por supuesto su calidad de personas. Ya con el inicio tenía el corazón hecho una angustia, y llego al capítulo denominado La Iniciación, y me pregunto ¿Ah que no había empezado el sufrimiento ya? y si, efectivamente, lo peor apenas venía. 

Obviamente no los voy a spoilear, porque este libro si me gustaría que lo leyeran, así que sólo les comentaré una parte que dejó marca en mi memoria. El relator cuenta sobre uno de los peores padecimientos en el campo de concentración, el hambre. Esa hambre permanente que los hace incluso soñar de manera repetida que están comiendo. Se me apachurra el corazón sólo de pensar en esa situación. Ninguna persona debería padecer hambre, pero sobre todo ninguna persona debería condenar a otra a padecer hambre.

Tal como lo pide el autor, este tipo de relatos deben difundirse, para que nunca más una persona le vuelva a hacer algo parecido a otro ser humano. 

Recordé todo esto porque actualmente traigo una vida muy Fit, como dicen ahora. Yo, a manera casi de bendición, soy una persona que no padece hambre, no solo por el hecho de que siempre hay comida en mi casa, sino porque mi organismo está hecho para comer poco. Y si, es una paradoja estar gordo cuando no ingiero las cantidades de comida que una persona digamos normal. El caso es que, como les comento, es muy raro que yo sienta hambre, porque llego a mi hora de ingerir alimentos con la sensación de haber comido hace poco, no importa si estamos hablando del desayuno, la comida o la cena. Actualmente estoy caminando, como parte de mi rutina diaria, así que supongo estoy quemando más calorías de las que gastaba regularmente. Y eso como consecuencia me ha traído el sentir hambre.

Hoy pensaba que cualquier día de estos me va a pasar como a los tristes relatados, empezaré a soñar que como. 



jueves, 17 de febrero de 2022

El Karma tiene su tiempo.

 

Hace algunos años, bastantes para ser sincero (Ya dije que no iba a utilizar eso de hace muchos años, porque sueno al viejo que aún no soy) mi hija la pequeña iba en primaria, una primaria católica FYI, su grupo estaba compuesto por unos 30 niños mas menos. Había una niña que era su amiga, y que la llegó a invitar en algunas ocasiones a sus fiestas caseras. Yo, como la madre que siempre fui, llevaba una relación digamos cordial con la mamá de la niña, platicábamos brevemente cuando nos veíamos, normalmente en la escuela. 

Un día fui por mi hija a la escuela, y platicando con ella camino a casa, me comentó que la niña en cuestión iba a tener fiesta de cumpleaños, así que le pregunté si iba a ir, a lo cual me contestó que No. Me pareció raro y le pregunté por qué. Su respuesta me sorprendió. "Porque no me invitó" me dijo. La neta me quedé con cara de What?!!!  Y eso ??? invitó a solo algunos?? No, me dijo, invitó a todos. Mi cerebro tomó la decisión de disculpar a la niña para tratar de minimizar los daños. Le dije a mi hija que seguramente la niña se confundió o se le pasó invitarla. Ella no muy convencida mas menos aceptó mi sugerencia de explicación.

Hoy me acordé de eso, porque estaba escuchando un podcast en donde la protagonista comenta que lo peor que le pueden hacer a un padre es exactamente esto que les comento, que alguno de sus compañeros hagan una fiesta y no inviten a tu hijo.

Ese asunto se quedó así, entre mi hija, yo y el Karma

Pasaron los años y llegó la graduación de la secundaria de mi hija. misma escuela, y prácticamente mismos compañeros desde la primaria. 

El colegio católico a donde acudía mi hija, como parte de la ceremonia de graduación, tenía la costumbre de entregar una medalla a los niños que habían cursado desde kinder hasta secundaria sin interrupción con ellos. 

Así que uno a uno fueron nombrando a cada niño que cumplía con el requisito (en total habrán sido unos 10) El niño pasaba al frente y era aplaudido por todos los papás. Termina la entrega de medallas, les aplaudimos a todos nuevamente y fin de la entrega. 

Continúa la ceremonia de graduación y en eso la monja encargada de la tarea de maestra de ceremonias nos dice: Una disculpa, por un error omitimos a una de las alumnas que también se ha ganado una medalla, y procede a nombrar a la alumna, y si, efectivamente era esa niña, la que no invitó a mi hija a su fiesta de cumpleaños.

Mi hija mayor y yo solo nos miramos y sonreímos, si ya se, es pecado ser feliz por la desgracia ajena, pero lo siento, no lo pude evitar.



jueves, 3 de febrero de 2022

el 10 del Mayo



A todo se acostumbra uno, menos a no comer. Así reza un dicho mexicano, al cual acudo con frecuencia dada mi condición de fanático de los dichos por herencia materna (by the way).

La ausencia de progenitora al paso de los años resulta ser algo a lo que de alguna u otra manera termina uno por acostumbrarse quizá hasta resignarse. Y que conste que no hablo de olvido, es la fuerza de la costumbre la que nos lleva a aceptar que el 10 de mayo no habrá celebración. Al menos no como la de la mayoría de la gente, comida, regalos, abrazos, palabras bonitas, flores etc.

Sin embargo es bonito participar de la felicidad ajena, el hecho de que yo no tenga madre (en cualquier sentido que se quiera tomar esta revelación) no quiere decir que no hay motivos para estar contento aunque sea por contagio.
Hace algunos años, unos 6 mas menos, algo curioso me sucedió, y creo que es algo que contribuyó a mi sanación casi casi como la costra que viene a terminar de cerrar la herida.

Evidentemente no estaba mi madre para ir a comer con ella, ni la tuya, o sea , la tuya si estaba, pero esa me queda claro que era muy tuya, como todo lo tuyo. (no se preocupen por entender esta parte, yo me entiendo). El caso es que no tenía madre que festejar, o al menos eso pensaba. Como muchas veces apareció mi amiga la Arqui para salvar el día, me llamó y me preguntó que haría. Simplemente le dije que no tenía plan, y ella me comentó que llevaría a comer a su mamá y amablemente me invitó a acompañarlas. En verdad me hizo feliz la invitación así que sin pensar mucho la acepté. Fuimos a un restaurante italiano, comimos rico, platicamos y festejamos a la madre que tan amablemente me fue compartida. 

Eso es lo bonito de compartir, se contagia la felicidad. Estos detalles son los que forman grandes amistades. Gracias, Gracias, Gracias.

Contando

 

Una de mis películas favoritas es sin duda The Fault in Our Stars (Bajo la misma estrella). Cuando digo que es una de mis películas favoritas me refiero a que se encuentra dentro de mi top 50 de películas favoritas. Suenan a que son un chingo, pero si aman el cine como yo, los invito a hacer una lista de sus 50 películas favoritas, y verán que no es tarea sencilla. Verán que las películas que les gustan mucho rebasan ese número y se encontrarán ante la triste disyuntiva de tener que suprimir algunas.

Bueno, esta publicación ya se desbarrancó, porque el tema de este post era una sola frase de la película y ahora me voy a extender hablando de ella, pero quién soy yo para desobedecer la dictadura de la inspiración. El caso es que esta película tiene una escena muy dramática. Aquí voy a insertar una alerta de spoiler por el remoto caso de que no la hayan visto. La escena en cuestión, parte del final de la historia, es cuando a media noche suena el teléfono en la casa de la protagonista Hazel Grace, sus padres toman la llamada y suben a la habitación de Hazel a darle al noticia. Ella, que se había despertado al escuchar el repicar del teléfono, y aún acostada, suelta el llanto cuando sus padres entran a la habitación, sabedora de lo que iban a decirle. Esas llamadas a media noche, cuando tienes a un familiar enfermo son lo peor que te puede suceder. Perfectamente sabes de que desgracia se trata.

Por otro lado, en esa misma película ocurre un diálogo totalmente en otro tono al anterior, en donde Hazel Grace le habla sobre cuestiones de su enfermedad al otro protagonista Augustus Waters, y el le dice: 

'Hazel Grace, I love it when you talk medical to me.'

Evidentemente haciendo referencia a los términos médicos que Hazel Grace utilizaba. 

Recordé esta escena porque en la semana tuve la oportunidad de asesorar a un cliente nuevo, no se si recuerden pero soy Contador Público de profesión, así que respondí las preguntas con amplitud para que mi cliente tuviera  toda la información que consideré importante.  Al final de la reunión, recordé la mencionada escena de la película, y pensé: I love it when you talk accountant Sanescrin.


martes, 1 de febrero de 2022

El dinero y el amor

 

Recuerdo aquellos años en los que mientras trabajaba  recibía mensajes de mis hijas, los clásicos de Me traes una cartulina, o papá hay un insecto en la regadera. De esas crónicas ya di cuenta en su momento en este blog.

La semana pasada, mientras trabajaba, recibí un mensaje de mi hija mayor, que ahora ya es un adulto autosuficiente. Esta vez no fue para algún encargo o misión como las anteriores, ahora me contactó para pedirme mi opinión sobre en cual inversión depositar su confianza y su dinero. Revisamos las que tenía como opciones y con mis malos consejos tomó la mejor decisión.

Este fin de semana fui a comer con una amiga muy querida y entre muchos temas salió a la mesa el de un pretendiente nuevo que tiene. Me contaba que todo iba fluyendo como Snoop dog en la mariguana, hasta un par detalles que brincaron en los últimos días. Aunque no lo crean ya he ido aprendiendo a no dar consejos porque luego la gente le da por seguirlos (No se rían que es en serio). Así que emití mi opinión tratando de encontrar equilibrio entre mi manera positiva de pensar y lo que mi experiencia piensa. 

Al final creo que el dinero y el amor tienen mucho en común, son inversiones que si no analizamos bien nos pueden terminar  costando mas de los presupuestado.  Así que en ambos casos cabría la misma recomendación. Las inversiones son un balance entre riesgo y ganancia. Habrá que estar consientes de cuanto riesgo queremos correr.