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Eran las 3:45 de la mañana. Como salido de la nada inició el sueño, ahí estábamos tu y yo sentados en el sillón de mi sala. En el fondo se escuchaba una canción que no alcanzo a recordar, lo que sí recuerdo es que nada tenía que ver con felicidad. Tú llorabas y yo te abrazaba, se notaba que sabía el motivo de tu tristeza, pero ahorita lo ignoro.
No había palabras de consuelo, solo llanto y compañía.
Así como empezó así se terminó, súbitamente. Habrá sido cuestión de un minuto su duración.
Ahora en la mañana pienso en hablarte para asegurarme de que estas bien, aunque no descarto la posibilidad de que no fueras tú la que necesitaba del consuelo de un amigo, tal vez era yo el que buscaba unos brazos conocidos.
No había palabras de consuelo, solo llanto y compañía.
Así como empezó así se terminó, súbitamente. Habrá sido cuestión de un minuto su duración.
Ahora en la mañana pienso en hablarte para asegurarme de que estas bien, aunque no descarto la posibilidad de que no fueras tú la que necesitaba del consuelo de un amigo, tal vez era yo el que buscaba unos brazos conocidos.
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