jueves, 17 de marzo de 2016

Any Given Day



Y ahí estoy yo, entrando a ese bar despistadamente, solo para hacer un poco de tiempo y bajar el nivel de estres. Bastante agradable a la vista, nada extraordinario pero muy digamos íntimo.
Pocas personas, los noctámbulos no completaban la veintena.

Camino en dirección a la mesa que seleccioné en menos de dos segundos, las primeras dos mesas de mi izquierda vacías, la tercer mesa con una pareja sin chiste. Lo interesante viene en la cuarta mesa. Una mujer digamos atractiva, con su largo cabello teñido en tonos, su cara que me resulta familiar pero es su voz la que la delata, el timbre, el tono, los modos de hablar. Inmediatamente recuerdo quien es. La recuerdo a ella, a su pareja y a su hija. Por su cara me doy cuenta que ella también me reconoce. Seguramente implora que no la salude, y le concedo su deseo como todo un caballero.
Lo que ella ignora en ese momento es que la persona con la que está también es conocido mío. A el lo conozco mas que a ella, y también conozco a su esposa y a sus hijas.
Paso de largo por enfrente de la mesa y pienso sin juzgar en lo extraño de ese encuentro totalmente azaroso.

Llego a mi mesa, pido mi Indio y doy gracias a Dios por no ser ninguno de los cuatro involucrados.

Salud por lo que le hacemos a los demás y que algún día nos harán a nosotros mismos.


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