jueves, 3 de febrero de 2022

el 10 del Mayo



A todo se acostumbra uno, menos a no comer. Así reza un dicho mexicano, al cual acudo con frecuencia dada mi condición de fanático de los dichos por herencia materna (by the way).

La ausencia de progenitora al paso de los años resulta ser algo a lo que de alguna u otra manera termina uno por acostumbrarse quizá hasta resignarse. Y que conste que no hablo de olvido, es la fuerza de la costumbre la que nos lleva a aceptar que el 10 de mayo no habrá celebración. Al menos no como la de la mayoría de la gente, comida, regalos, abrazos, palabras bonitas, flores etc.

Sin embargo es bonito participar de la felicidad ajena, el hecho de que yo no tenga madre (en cualquier sentido que se quiera tomar esta revelación) no quiere decir que no hay motivos para estar contento aunque sea por contagio.
Hace algunos años, unos 6 mas menos, algo curioso me sucedió, y creo que es algo que contribuyó a mi sanación casi casi como la costra que viene a terminar de cerrar la herida.

Evidentemente no estaba mi madre para ir a comer con ella, ni la tuya, o sea , la tuya si estaba, pero esa me queda claro que era muy tuya, como todo lo tuyo. (no se preocupen por entender esta parte, yo me entiendo). El caso es que no tenía madre que festejar, o al menos eso pensaba. Como muchas veces apareció mi amiga la Arqui para salvar el día, me llamó y me preguntó que haría. Simplemente le dije que no tenía plan, y ella me comentó que llevaría a comer a su mamá y amablemente me invitó a acompañarlas. En verdad me hizo feliz la invitación así que sin pensar mucho la acepté. Fuimos a un restaurante italiano, comimos rico, platicamos y festejamos a la madre que tan amablemente me fue compartida. 

Eso es lo bonito de compartir, se contagia la felicidad. Estos detalles son los que forman grandes amistades. Gracias, Gracias, Gracias.

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