martes, 2 de noviembre de 2021

Salud sin salud.

 Llevo ya 4 años sin tomar alcohol, sin tomar como acostumbraba, mejor dicho. 

Hace un tiempo menor que ya no tomo nada, y seguramente así transcurrirá el resto de mi vida. Es justo aclarar que no es una decisión tomada por mi gusto, es consecuencia de la precaria salud de mi hígado chino, que decidió huevonear. 

Dicen que dios no castiga, pero para mi ha sido como un castigo divino, o como dicen en un fragmento de Abre los Ojos (película española, 1997) "Una putada Tío". 

No me considero un borracho y menos un alcohólico, me gusta mucho el alcohol, en especial el vino, lo disfruto mucho, ese es el punto, bebo o bebía más por disfrute que por embriagarme. Por eso el gusto por el vino y la cerveza con harto sabor, Indio, Heineken, Victoria. Diría que para lo mucho que me gustaba el alcohol en realidad bebía poco.

Hace unos días, en la boda de mi hermano, me tocó coincidir con personas que hace mucho tiempo no veía y menos en una situación de celebración, así que les sorprendió ver que bebía solamente coca cola. Algunos me cuestionaron, otros simplemente comentaron al respecto. 

En el after de la boda un amigo me pregunta si me ha sido difícil dejar de tomar. A lo cual le contesto que sinceramente no. Y es la verdad, no me ha costado en si dejar de beber, no he tenido ansiedad por ingerir alcohol, que según yo sería la manera en que mi alcoholismo se manifestaría en caso de existir.

No me ha costado trabajo, pero si me ha causado un poco de molestia con la vida. A veces si le digo... No mames, te pasaste. Sobre todo cuando recuerdo mi ritual de domingo, una hamburguesa con una copa de vino tinto. Una delicia de maridaje. 

Claro que por otro lado, si ese es el precio que debo pagar por seguir disfrutando del resto de los placeres de la vida, lo pago sin problema. Total, dice el dicho que cuando dos personas se quieren, con uno que beba basta. Y yo tengo muchos amigos muy queridos y muy borrachos.

Salud!


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