miércoles, 24 de septiembre de 2008

Saber Escuchar



Las conversaciones mas agradables que podemos tener regularmente son con personas que saben escuchar. Eso de saber escuchar no es una tarea fácil, cuantas veces nos hemos topado con gente que en cuanto quieres platicarle algo su reacción inmediata es decir “si, fíjate que a mi también me pasó” o “ándale, a mi me pasa lo mismo” y empiezan a contar sus historias y eso que tu le ibas a platicar se quedará en el tintero esperando un buen escucha, por que estas personas suelen acaparar la platica matando tu inspiración y tus ganas de expresarte, y en una de esas hasta las de escuchar. (Demonios, creo que yo soy así algunas veces, pero estoy consiente de ello, así que algún día lograré corregir ese error de mi matrix).
Algunas veces el asunto es un tanto peor, cuando quieres platicar algo la oyente trata de adivinar lo que le vas a contar y sus ansias locas terminan por enfriar tu necesidad de comunicación, y el objetivo de expresarte nuevamente queda huérfano.
Este es el peor de los casos, cuando empiezas a platicar tus problemas o tus frustraciones o algo que has hecho mal o que te ha metido en un aprieto y la persona a la que le estás confiando tus sentimientos te interrumpe para decirte la maldición de “Te lo dije”. Valiendo madre y besando a Batman!. Esto sucede muy comúnmente en los matrimonios, y en especial es muy recurrido por las mujeres, por eso vemos en los matrimonios que ya tienen ciertos años la aparición de los maridos mudos. Constante y recurrente queja de las esposas “es que no me dices nada, ya no me platicas nada” Pues como quieres que te cuente si siempre termino regañado. Mejor me vuelvo un marido mudo mas.
En alguna ocasión he tenido la oportunidad de salir a platicar con alguien, en donde la conversación se vuelve prácticamente un monologo de mi contraparte, cosa agradable también, y después de haberse desahogado completamente dice: Que bonito hemos platicado, no te parece? Claro! Nada mas agradable que ser escuchado, esa sensación de que lo que hacemos o lo que vivimos puede ser interesante para alguien mas es irresistible, y no estoy hablando de buscar la aprobación de los demás, simplemente creo que en determinada manera el contar nuestras historias termina dándoles cierta validez a las mismas. Lo que no se platica es como si nunca hubiera pasado o existido. O en otro sentido también podria hablarse de la división de los problemas, si reparto mis problemas con alguien seguramente el peso de los mismos será menor.
Todo esto viene a colación por que el día de hoy me encontré casualmente en un Starbucks a un amigo que hace mucho no veía y que no precisamente es un amigo muy cercano, yo pasé a comprarme mi desayuno (moca, oscuro, mediano, caliente, por si un día quieren traerme uno) y el obviamente por los mismos motivos. Desde el momento que lo saludé lo noté mas efusivo que antes, hablamos brevemente de los oficios actuales, yo sigo con mi oficina y el ahora como diputado federal. Fue ahí donde la caja de Pandora se abrió, conversamos (o mas bien dicho, conversó) sobre lo ocupado que lo tiene su actual cargo y lo mucho que este ha mermado su relación de pareja, me enteré de que tiene dos hijos uno de ellos de reciente adquisición. Platicó por un tiempo estimado de 10 minutos, en los cuales su vida, especialmente sus problemas y dificultades fueron expuestos sin mas interrupción que una breve llamada de Nextel.
Al final, no creo que el platicarme sus vivencias ayude en algo a solucionarlas, pero si creo que al menos habrá servido para liberar un poco de la carga sentimental que seguramente traía arrastrando.

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